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Lugares de observación

Lugares de observación

Gran Senda de Málaga (GR 249). Etapa 23. El Burgo - Ronda

El inicio de etapa se hace en el núcleo urbano de El Burgo, por lo que serán las especies asociadas a este tipo de medio las primeras en hacer acto de presencia. A poco más de 300 metros de comenzar a andar nos encontramos con el río Turón, el cual seguiremos durante un tramo importante de la etapa. Cultivos a un lado y vegetación de ribera al otro resultan en una mezcla interesante de vegetación que se traduce en una elevada diversidad. Conforme ascendemos la vegetación se convierte en forestal y las verticalidades hacen acto de presencia, marcando de un modo claro las especies dominantes. El pinar nos acompañará hasta que nos adentremos en la formación de cornicabra del valle de Lifa, y una vez atrás el cortijo del mismo nombre cruzaremos una zona de monte bajo de gran interés. El ascenso culmina en una zona arbolada, con encinas, que nos permitirá la observación de especies forestales antes de entrar en los llanos cultivados que nos conducen a Ronda.

Especies Singulares

En El Burgo serán tórtola turca, avión común, estornino negro y gorriones comunes las especies que marquen la salida de esta exigente etapa, aunque dado en entorno en el que se localiza el pueblo, no es nada raro que especies propias de ambientes forestales o rupícolas nos sobrevuelen desde el primer paso. Muy al principio nos encontramos con el río y una vegetación asociada de gran porte, que facilita la presencia durante este primer tramo de especies muy diversas como, por ejemplo: ánade real, tórtola común, paloma torcaz, autillo, abubilla, pico picapinos, torcecuello, golondrina común, avión común, lavanderas blanca y cascadeña, mirlo, tarabilla, ruiseñor común, curruca capirotada, estornino negro y agateador común.

Los cultivos de olivar propician que especies como el carbonero común, pinzón vulgar, jilguero, verderón y verdecillo también estén presentes. Ya desde los primeros compases de la etapa debemos prestar atención al cielo en busca de siluetas, entre las que podremos identificar al: gavilán, azor, ratonero común, águila calzada, águila culebrera y cernícalo vulgar.

Una vez la senda en el pinar, y aún cerca del río, la comunidad de aves forestales se hace más evidente y aparecen especies como: el zorzal charlo, el mito formando pequeños grupos, el trepador azul y el arrendajo.

Al mismo tiempo las paredes verticales ganan terreno y aparecen vencejos, aviones roqueros y roquero solitario. Un recorrido de esta zona en horario vespertino nos permitiría oír, al menos, a tres rapaces nocturnas (búho real, cárabo y autillo), y durante el día serán las grandes rapaces diurnas las que sobrevuelen el valle del río Turón. Especies como el águila perdicera y el halcón peregrino encuentran aquí territorios apacibles donde establecer sus territorios, y el buitre leonado es frecuente como visitante en este entorno.

Una vez abandonemos el carril para bajar hacia el río de El Burgo, a los pies de una gran encina, el pinar comienza a enriquecerse con lentiscos, acebuches, encinas y las primeras cornicabras, en una zona donde lo destacable, además de algunas de las especies mencionadas anteriormente, es la elevada concentración de zorzales que llegan a producirse en invierno, con presencia de hasta seis especies diferentes, si incluimos en el grupo a los mirlos común y capiblanco. Aunque el zorzal común es el más abundante, también pueden verse zorzales charlos, alirrojos y hasta el más escaso zorzal real.

En las paredes que dejamos a nuestra derecha, conforme ascendemos, suelen formarse dormideros de buitre leonado, que bien podrían formar un núcleo reproductor en el futuro cercano si la tendencia de la especie sigue al alza. Una vez culminamos la subida, con la torre y el cortijo de Lifa delante nuestra, accedemos a una nava dedicada al cultivo y al pastoreo del ganado donde en invierno predominan los bisbitas comunes y las alondras, acompañando a las especies presentes durante todo el año (cogujadas común y montesina, tarabilla común, buitrón, jilguero, pardillo y triguero). En las inmediaciones del cortijo encontramos varias cancelas, las cuales debemos dejar en las mismas condiciones que estaban antes de nuestro paso. Éstas se utilizan para gestionar el ganado y no haríamos un favor a nadie si nos olvidamos de cerrarla, o lo hacemos mal, o nos aventuramos a cerrarla si estaba abierta (recordemos que una cancela abierta también puede estar cumpliendo una función).

A partir del cortijo entramos en una zona de matorral bajo espinoso donde podremos observar a placer, si dedicamos el tiempo que merece, a la curruca rabilarga en simpatría con la curruca cabecinegra.

A ambas especies se le suma en primavera y verano la curruca tomillera, y en los periodos de migración las currucas carrasqueña, zarcera y mosquitera. Si a esto le añadimos que en invierno es frecuente la curruca capirotada y que en las manchas de encinar del puerto de Lifa nidifica la curruca mirlona, podríamos decir que este tramo de etapa recoge a prácticamente todas las especies de curruca que pueden observarse en la España peninsular. Algo parecido ocurre con las collalbas, ya que la negra y la rubia nidifican en este tramo de senda, a las que se suma la collalba gris durante las épocas de migración.

A la lista cabría añadir en la zona de encinar al cuco, a quien con toda seguridad escucharemos durante la primavera pero que raramente veremos, y a la melodiosa totovía, único representante de la familia de los aláudidos que nidifica en zonas de bosque. El ambiente forestal que encontramos antes de llegar a los llanos de la Aguaya supondrá volver a observar especies que ya vimos en los inicios de la etapa, y la llegada a las zonas de cultivo se traducirá repentinamente en la aparición en números elevados de cogujadas, tarabillas, buitrones y trigueros.

Si coincide que hacemos la ruta en primavera y llegamos a Ronda al atardecer, tendremos ocasión de observar los vuelos crepusculares del chotacabras pardo, con tendencia insistente en posarse en el carril. Como otras veces, tórtola turca, estorninos y gorriones nos indican que nos acercamos a una zona humanizada, que en esta ocasión se corresponde con Ronda.

Si desea más información sobre esta etapa (localización, fenología o valores naturales), pinche aquí.

Itinerario

Por entre un frondoso pinar, caminaremos en paralelo al cauce del río Turón, hasta comenzar una fuerte subida hacia el Valle de Lifa, con su derruida torre vigía sobre un promontorio calizo, punto en el que la vegetación cambia a encinas y cornicabras.

 

Ruta A pie
Tipo etapa Travesía
Distancia 23700
Tiempo estimado 7:30
Tipo de firme Asfalto
Dificultad - Rojo - Difícil